Ana es una de esas pequeñas heroínas de barrio que uno no se imagina encontrar por la calle cuando va a hacer la compra o espera en la parada del autobús. Aunque su mirada cansada y su gesto serio no lo permita intuir. Porque, a veces, cumplir con las obligaciones éticas o ciudadanas tiene un alto coste. Demasiado alto en su caso. Exactamente, cinco años de puro calvario.
Ana Garrido, exfuncionaria del Ayuntamiento de Boadilla del Monte, ha vivido estos últimos cinco años de sobresalto en sobresalto, hecha un mar de lágrimas en unas ocasiones, aislada y marginada en muchas otras hasta el punto de casi enajenarse. Aunque hoy puede exhibir orgullosa su segunda victoria: una sentencia judicial que le da la razón y que avala que fue acosada laboralmente hasta casi hacerla enfermar. La otra victoria, la que se cobró en 2009, sirvió para echar a Arturo González Panero , más conocido como ‘El Albondiguilla’ , del consistorio de su pueblo y arrastrar con él, en su caída, a media docena de imputados de los más de cien nombres que engrosan la lista negra de la Gürtel.
“¿Si volvería a hacerlo? Por supuesto que sí. Ahora, también es cierto que no me imaginé que el precio iba a ser tan alto, ni pensé que iba a ser tan largo en el tiempo”, explica, junto al edificio del Ayuntamiento en el que ha trabajado durante los últimos años y en los que ha vivido algunos de los capítulos más negros de su propio relato. “Pero sí, reconozco que lo volvería a hacer. Creo que mi trabajo, o mi sufrimiento -no sé cómo llamarlo- ha servido para cortar una parte de la trama. Por lo menos, una parte de la red creo que sí se ha cortado”.
La heroicidad de Ana consistió en su día en plantar cara frente a la adversidad. En vez de hundirse, sacar fuerzas de flaqueza para demostrar lo que era vox populi entre sus compañeros de trabajo pero que nadie se atrevía a denunciar ni a poner negro sobre blanco. Y fruto de ese arrebato de rebeldía vio la luz un amplio dossier de más de 300 páginas que terminó en manos de la Fiscalía Anticorrupción y que fue uno de los orígenes del caso que más quebraderos de cabeza ha dado al Partido Popular y a su presidente, Mariano Rajoy .
Garrido relata el origen de su propia pesadilla frente a la sede de la Casa de la Juventud y de la Infancia de Boadilla del Monte, una obra ejecutada en su día por la constructora Ortiz y que se convirtió, de la noche a la mañana, en la piedra en el zapato de esta funcionaria que sólo quería hacer bien las cosas como técnica de juventud que era.
El exalcalde de Boadilla del Monte, Arturo González Panero. (Efe) “A mí me en cierta ocasión me dijeron que no podía hacer modificaciones que yo consideraba sustanciales porque se intuía que la comisión que se había llevado Panero en este caso era muy elevada” , comienza a explicar. “Esto me lo comentó un técnico del Ayuntamiento. Y por eso era que se me negaba, sistemáticamente, cualquier tipo de modificación, como el ancho de las puertas para que entraran minusválidos o la altura de las ventanas, etcétera”. Estamos en el año 2007. Los nombres de Francisco Correa , Álvaro Pérez ‘El Bigotes’ o Luis Bárcenas , todavía permanecen en el ámbito de lo anónimo. Personajes que, a partir de entonces, se cruzarían, aunque fuera de forma tangencial, en la vida de esta funcionaria. “Mi calvario comenzó cuando me veo sometida a presiones para realizar informes favorables que a mí me parecían irregulares, que no cumplían los requisitos. Se me presiona para contratar a empresas concretas y a personas con nombres y apellidos y yo me negaba rotundamente”.
Le degradaron profesionalmente, le quitaron su despacho, le dejaron sin móvil del Ayuntamiento… La presión, con el propio González Panero encima de ella en todo momento, acabó en una baja por depresión de 18 meses de duración. Tiempo en el que nuestra heroína de barrio se reconvirtió en una especie deErin Brockovich .
'Durante los meses de baja, me dediqué a investigar sus propiedades, a cruzar datos, a cruzar nombres de empresas que estaban vinculadas con él y con otras personas', señala Cambio de roles
“Los primeros meses yo sólo lloraba y lloraba y no era capaz de encajarlo. Hasta que llegó un momento que pensé: aquí hay que invertir los roles. Tenemos un alcalde que, desde mi punto de vista, es presuntamente corrupto y yo he sido fiel a mis principios y tengo que hacer algo para que se invierta esta situación”, recuerda. “Pensé: yo no puedo demostrar que este alcalde cobra comisiones aunque lo sé -porque era conocido por todos los compañeros-. Y se me ocurrió que la única manera era intentar demostrar que su patrimonio era superior, bastante superior -a día de hoy, yo creo que este hombre es multimillonario- a los ingresos que él percibía”.
“Durante esos meses de baja, fue cuando me dediqué a investigar sus propiedades, a cruzar datos, a cruzar nombres de empresas que estaban vinculadas con él y con otras personas. Recuerdo que, al principio, yo no era consciente de que esto formaba parte de una trama de corrupción. Yo pensaba que esto era un asunto que implicaba solamente al alcalde de Boadilla. Pero a medida que fui investigando saltaban nombres como Bárcenas, ministros, empresas, el vicepresidente de Repsol… Personas que, para mí, que siempre he estado con los jóvenes y los niños, eran desconocidas. La cuestión es que yo me asusté y pensé: ¿De qué manera puedo hacer llegar esto a la Fiscalía Anticorrupción preservando mi anonimato?”.
Ana Garrido frente a la Casa de la Juventud. (E.C.) Así, poco a poco, descubrió que ‘El Albondiguilla’ tenía varias propiedades, coches de alta gama, viajes a destinos exóticos y otros caprichos difícilmente soportables con los emolumentos municipales. Tirar del hilo no fue muy difícil. El carácter ostentoso del propio alcalde y la ayuda de muchos de sus compañeros le fue guiando tras la pista del dinero.
“A Arturo le pierde la boca. Y él mismo es el que iba contando 'pues he estado en Miami', hacía comentarios del tipo: 'me voy a Cádiz en un helicóptero a un campeonato de Golf'. O 'tengo un apartamento en Torrepacheco, en Murcia'”, explica. “Descubrí que hacía regalos bastante caros, en este caso a una persona que, a día de hoy, trabaja en el Ayuntamiento y que es su actual pareja. Tenía varias propiedades inmobiliarias, fondos de inversión a través de un amigo suyo que también está imputado. Coches, viajes… Era una forma de vida que, aparentemente, no era muy vistosa pero que no tenía nada que ver con el sueldo de un alcalde”.
El fruto de su trabajó terminó encima de la mesa del sindicato Manos Limpias, al que recurrió en un primer momento para no ser ella en persona la que presentase la denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción. Después, su dossier se unió a otra denuncia de un exconcejal de Majadahonda (José Luis Peñas ) que, en manos de Baltasar Garzón, se convirtieron en principio de todos los males del PP.
El actual regidor de Boadilla, Antonio González Terol. (Efe) Y de ella. Que aunque puso tierra de por medio -se fue a Costa Rica a rehacer su vida- apenas podía imaginar que la pesadilla y su calvario todavía no habían terminado. Vino para declarar ante el juez Pedreira como testigo y, después de las elecciones municipales, solicitó su reingreso en el Ayuntamiento al creerse las promesas de regeneración y transparencia del nuevo alcalde del PP, Antonio González Terol . “Me alentaba mucho el ver que llevaba como consigna limpiar todo lo que tuviera que ver con Gürtel. El equipo de gobierno era completamente nuevo y yo me reincorporé con mucha ilusión y con muchas ganas”. Pero pronto las cosas se volvieron a torcer, como la justicia acaba de reconocer ahora en su favor como víctima de mobbing . ¿Y las promesas del nuevo regidor?
Garrido sabe que su guerra todavía no ha terminado. Que vendrán recursos y otras pequeñas batallas. Reconoce que 'la honestidad tenía un precio'. Quizá muy alto “Yo no tengo pruebas para decir que González Terol esté vinculado a la trama Gürtel. Ahora bien, cuando él dice que viene a limpiar Gürtel, yo -y es mi opinión, y soy libre de opinar lo que quiera-, no me lo creo. Y no me lo creo por razones que, para mí, son de peso. En primer lugar, él fue director general de Juventud en la época de Alberto López Viejo y firmaba las facturas de empresas de la trama Gürtel. Es un tema que está todavía sin esclarecer y por eso digo que yo no tengo pruebas ni lo puedo demostrar”, razona.
“Por otro lado, aquí en Boadilla, en esta legislatura se están adjudicando contratos importantes a empresas vinculadas a la trama. El carril bici ha sido adjudicado a Sacyr y lo mismo ocurre con el contrato de mantenimiento de la ciudad -que es el mayor contrato y dura para esta legislatura y la siguiente-, que se ha adjudicado a otra empresa de la trama. Si este señor viene con la consigna de desligarse de Gurtel, ¿qué hace el ayuntamiento contratando a empresas vinculadas a Gürtel?
Garrido sabe que su guerra todavía no ha terminado. Que vendrán recursos y otras pequeñas batallas hasta que quede libre por completo de estos últimos cinco años. Como explica en su blog, en el que narra sus peripecias, “la honestidad tenía un precio”. Quizá muy alto. Pero lo volvería a hacer.