El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. - Foto EFE
Gente conspicua anda estos días haciéndose unas risas a cuenta de las medidas incluidas en el “Programa para un Gobierno Progresista y Reformista” que Pedro Sánchez ha entregado a sus potenciales socios de Podemos y Ciudadanos: por ejemplo, aquella que habla (Pag. 50) de “Promover una política de inmigración comunitaria que busque resolver los problemas estructurales de los países africanos”. Con un par. Sánchez apuntándose, jabato, a la solución de “los problemas estructurales de los países africanos”, de todos, y hay gente que usa la anécdota como el que tira del rabillo de un cesto del que salen otras cerezas, muchas perlas de similar porte, todas cargadas de fantasía e irrealidad, todas en arremetida frontal contra el Gobierno Rajoy, porque, para el aspirante del PSOE, los populares no han hecho nada ni medio bien en los últimos 4 años, conformando así un programa 100% de izquierdas, pero de izquierda antigua y rancia, mucho más cercana a los planteamientos de Podemos que de Ciudadanos, que, un suponer, tendrá serias dificultades para navegar en ese mar plagado de bajíos populistas.
El Programa de Gobierno de Sánchez (PGS) plantea una revisión integral de las políticas de consolidación fiscal y de las tímidas reformas estructurales llevadas a cabo por el PP durante la pasada legislatura. En la mayoría de sus 54 páginas se habla abierta o veladamente de aumento del gasto público, y no hay una sola propuesta que apunte en dirección contraria. ¡Gastad, gastad, malditos! Todo se justifica por la situación de “emergencia social” -el nuevo mantra que invade el discurso populista- que según Sánchez vive España, lo que implica que no solo hay que volver a los niveles de gasto anteriores a 2012, sino superarlos. ¿Y de dónde sacamos la pasta necesaria para pagar esa fiesta? Tres vías: primera, negociando con Bruselas una extensión de los plazos para cumplir con los objetivos de déficit (del 2,8% para 2016) y deuda pública; segunda, friendo a impuestos al personal, es decir, a esas clases medias ya tan castigadas por el PP (ampliación de bases imponibles del Impuesto de Sociedades; impuesto en toda España para Sucesiones, Donaciones y Patrimonio; nueva fiscalidad medioambiental, y nuevo impuesto de Transacciones Internacionales), y, tercera, tirando de la muletilla de la lucha contra el fraude (que se solventa contratando 5.000 funcionarios más y limitando los pagos en efectivo a 1.000 euros). La música de siempre.
En la mayoría de las 54 páginas el PSOE habla abierta o veladamente de aumento del gasto público, y no hay una sola propuesta que apunte en dirección contraria. ¡Gastad, gastad, malditos! Para poder gastar sin violentar la ley, el PGS propone eliminar el objetivo de déficit cero establecido en la Ley de Estabilidad Presupuestaria y suprimir los límites al gasto público que dicha ley impone a las CC.AA. Barra libre al endeudamiento autonómico, el sueño de todo politicastro que se precie. Fácil resulta imaginar dónde iría a parar el déficit de las Administraciones, la prima de riesgo y todo lo demás, en caso de Gobierno Sánchez. Porque, según nuestra izquierda, es tan crítica la emergencia social que padecemos (hasta Garicano , Ciudadanos, se apunta a “la situación de emergencia que hay en España”), hay tanta necesidad, tan dramáticas carencias, que hay que asegurar un Ingreso Vital Mínimo para familias sin recursos, aumentar la cuantía de la prestación por hijo, imponer un Plan de Inclusión Social cuyo coste no se detalla, facilitar un alquiler social para el personal sin vivienda, recuperar el subsidio de paro para los mayores de 52 años, etc., etc. Como además el PGS habla de eliminar el copago farmacéutico, dotar de nuevos equipos a los hospitales, incluir a nuevos grupos en el régimen general de la Seguridad Social, etc., la fiesta de Sánchez nos saldría por un pico. ¿Cómo pagarla? Lo dicho: subiendo impuestos o quebrando el país, que es donde muy probablemente iríamos a parar si este buen hombre llegara un día a gobernar España.
Naturalmente no hay una sola línea sobre cómo crear riqueza, cómo incentivar las vocaciones empresariales, como animar al pequeño y mediano empresario a contratar personal… Al revés: el PSOE sigue erre que erre en su idea de cepillarse la reforma laboral del PP, lo que implica reforzar el papel de los sindicatos en la empresa (la cosa llega al extremo de plantear su entrada en los Consejos de Administración y en las comisiones de control y supervisión, así como meter baza en los sistemas retributivos), y recortar el poder de decisión de los empresarios, hacerles la vida más difícil, ponerles más trabas, justo lo contrario de lo que, en teoría, se pretende cuando tan alegremente se habla de crear empleo. Las medidas que en materia laboral plantea el PGS supondrían, en suma, la vuelta a esa rigidez laboral responsable de enviar a millones de españoles al paro en cuanto llegan las vacas flacas de una crisis. En otro clásico del imaginario socialista, el PGS propone la conversión del ICO en un auténtico banco público para financiar con créditos directos y generosa dotación aquellos sectores considerados “estratégicos”.
Notable subida del gasto público
Hay también un proyecto de Ley de Igualdad Salarial entre hombres y mujeres, una obligación de los Consejos de contar con un 40% de mujeres, un permiso de paternidad de 4 semanas y algunas otras fruslerías más. Por resumir: la aplicación del PGS en el área económica implicaría una notable subida del gasto público –ello sin contar con que el apoyo de Podemos a la investidura de Sánchez o la entrada en su Gobierno se traduciría en un endurecimiento del mismo- difícilmente compatible con la estabilidad y sostenibilidad de las finanzas públicas, y aunque Bruselas llegase a aceptar un plan de esta naturaleza, cosa en extremo difícil, desde luego no lo harían los mercados, en tanto en cuanto ese recetario es el camino más seguro al descontrol del déficit y de la deuda pública, por no hablar de la deuda externa y del desapalancamiento. Una invitación a la huida de los inversores hacia climas más propicios, y un riesgo cierto de empobrecimiento para los españoles.
El documento del PP podría firmarlo cómodamente cualquier partido socialista de la UE, incluso un PSOE menos aterrorizado por Podemos que el actual Y como Mariano no podía ser menos que Pedro, el miércoles conocimos el documento elaborado por el PP (“Cinco Acuerdos para el Consenso”) con el que Rajoy abordó sus fallidos encuentros con Rivera (jueves) y con el propio Sánchez (viernes), 18 folios plagados de vaguedades y sazonados con una salsa típicamente socialdemócrata, en lo que viene a suponer la renuncia del PP a su condición de partido de centro derecha defensor de los ideales del liberalismo clásico en lo económico. Un documento que podría firmarlo cómodamente cualquier partido socialista de la UE, incluso un PSOE menos aterrorizado por Podemos que el actual, centrado en meras promesas de políticas sociales dispuestas a primar el gasto por encima de cualquier otra consideración, y en el que no se plantea una sola reforma del Estado de Bienestar cuya financiación nos obliga todos los años a vivir del dinero que pedimos prestado a los mercados.
Pero donde el PP roza la indignidad es en esa apelación a “hacer uso de la flexibilidad que permite la normativa europea, atendiendo al contexto de la situación fiscal y financiera de España” en el cumplimiento del objetivo de déficit, un enunciado que, mutatis mutandis , viene a equivaler en versión PP a esa “emergencia social” de la que hablan PSOE y Podemos. Triste imagen la de una derecha dispuesta a abjurar de sus principios para abrazar los de la izquierda, en la esperanza de que ésta le perdone la vida y le permita seguir en el machito. Lo hace después de haber basado en las bondades del rigor fiscal la columna vertebral de su política económica durante cuatro años, y después de haber exigido a los ciudadanos el gran esfuerzo que supusieron los ajustes, unos ciudadanos a quienes ahora este PP en rebajas viene a decir que bueno, pelillos a la mar, tal vez no sea tan malo eso de flexibilizar los objetivos… ¿Les está sugiriendo Mariano que su sacrificio ha sido inútil?
El PP vende su alma a cambio de nada
Una indignidad y una traición, también, a los votantes del PP, a quienes el partido usa como moneda de cambio en la esperanza de garantizarse su continuidad en el poder. Para muchos estamos ante el suicidio de la derecha española, en episodio tan absurdo como inútil, por lo demás, por cuanto Mariano y el PP venden su alma a cambio de nada: ellos saben que por muchas filigranas en el alambre que efectúen, ni PSOE, ni mucho menos Podemos, les van a hacer el favor de dejarles gobernar para supuestamente acometer ahora las reformas que renunciaron a hacer cuando contaban con una generosa mayoría absoluta. Es el momento de reiterar una vez más la petición que ya se le formuló aquí hace tiempo: váyase a casa de una vez, don Mariano, y deje que el PP pueda seguir en la puja por el poder con otro líder al frente, o bien pase a la oposición dispuesto a purgar culpas y a regenerarse.
Postdata : es preciso aclarar enseguida que tanto el “Programa” de Pedro como los “Cinco Acuerdos” de Mariano son mero artificio, pura pólvora en salvas, tinta de calamar, porque todos están actuando, o más bien sobreactuando, de cara a esa segunda vuelta electoral que parece inevitable, y para la que unos y otros intentan cargarse de razón. Dicho lo cual, es obvio que ambos documentos reflejan fielmente la miseria ideológica que hoy aflige a los dos grandes partidos y el sino que nos espera, haya o no elecciones por delante: populismo a palo seco, gasto público a mansalva y pobreza asegurada.