Manos Limpias es la organización que ha presentado querellas y denuncias contra todo lo que se mueve: contra la infanta Cristina, contra el juez Garzón, contra el hijo de Pujol, contra UGT, contra Miguel Blesa, contra Artur Mas, contra el responsable del Madrid Arena, contra… ¡los Lunnis! Con esa intensa actividad, uno imagina que las oficinas de la calle Ferraz de Madrid tendrán el aspecto de un enorme panal de abejas en tiempo de elecciones. Gente corriendo de un lado para otro, inmensos pasillos, carteles por todas partes, cajas, habitaciones, despachos…
La verdad es que las oficinas de Manos Limpias ocupan una esquina de la primera planta y no llegan a 40 metros cuadrados. “La gente no se lo cree hasta que lo ve”, dice Miguel Bernad, secretario general de Manos Limpias. Tres habitaciones, una de las cuales ocupa el despacho de Bernad, y un aseo. Un calendario del Ejército, banderas españolas y un montón de carpetas y archivadores perfectamente ordenados. Y una mujer diligente llamada Beatriz.
Manos Limpias se creó en 1995 en la estela de Mani Pulite de Italia. “Allí donde existe un delito debe haber alguien para denunciarlo”, es el lema de su página web. En 2005 en una entrevista para El Mundo, Bernad confesó su admiración por Blas Piñar, fundador de Fuerza Nueva. Es una organización que defiende la unidad nacional y que arremete contra los que desean la independencia de Cataluña. ¿Es Bernad por su ideología un aliado de la derecha? Más bien un señor incómodo porque Manos Limpias está como acusación popular en el Caso Bárcenas, pone en aprietos al Gobierno de Rajoy, se ha peleado con los periodistas conservadores y desde luego, es ahora la mayor amenaza a la monarquía, a pesar de que, en una entrevista que me concedió Bernad hace meses, confesó que no era antimonárquico. Al personarse como acusación popular en las causas más famosas del momento, Bernad ha labrado una estrecha amistad con muchos jueces no menos famosos: desde Mercedes Alaya, de quien dice que es “una mujer muy trabajadora que no acepta ayuda de otros jueces”, hasta el polémico Elpidio Silva, “un hombre extraordinariamente inteligente”.
Hay unas 6.000 personas vinculadas a la organización a través de tres categorías: afiliados, simpatizantes o benefactores. Muchos de ellos pagan una cuota para mantener la actividad de esta organización. Pero a veces, esos fondos no son suficientes. Cuando el sindicato presentó una querella contra Oriol Pujol, el hijo del ex presidente de Cataluña por cometer tráfico de influencias, necesitaba poner una fianza de 8.000 euros para personarse como acusación popular. Era la condición que les imponía el juez del caso, Enric Anglada.
“Hicimos una petición pública de fondos y cuando faltaba un día y no llegábamos, nos llamó un empresario catalán y nos dijo ¿cuánto os falta? Y puso el resto”, afirma Bernad, en su despacho.
Otra forma de financiarse es mediante la venta de participaciones de Lotería.
Es resumen, Manos Limpias es Bernad, y unas abogadas mediáticas que salen en Telecinco.
Al principio era Monserrat Suárez: atractiva, rubia y peleona. Llegó a escribir un libro (La Justicia no es igual para todos, La Esfera de los Libros), y ahora es tertuliana en Telecinco, la Cope, y 13TV. Tiene más de 10.000 seguidores en Twitter y estuvo a punto de participar en Campamento de Verano, el frívolo reality show del verano pasado de Telecinco. En febrero de 2013 dejó de representar a Manos Limpias. Era letrada externa de BBVA hasta que, según ella, sus críticas al yerno del rey, Iñaki Urdangarín, provocaron que el banco le cancelase la colaboración. Ahora, la nueva cara de Manos Limpias es Virginia López, que ayer mismo participó en un programa de Telecinco moderado por el hábil Jordi González. El tema de debate: la imputación de la infanta Cristina. Una imputación que se ha llevado adelante gracias a la pertinacia de Manos Limpias. Virginia López tiene su propio despacho de abogados. Los programas matutinos de la tele se la disputan porque sabe hablar en público y es tan peleona como Suárez. El día en que salió hablando con el juez Castro en la terraza de una cafetería de Mallorca, el juez que imputó a la infanta Cristina, saltaron chispas en la opinión pública.
Satisfechos de estar en todas las salsas, Manos Limpias prepara su próximo golpe: han presentado una querella contra el magistrado Grande Marlaska, el juez de la Audiencia Nacional que votó por la salida de los etarras de prisión, obedeciendo así a una sentencia del Tribunal de Estrasburgo. ¿Por qué solo Marlaska? Porque su voto fue el que inclinó la balanza para que salieran los asesinos.
“Lo vamos a sentar en el banquillo, aunque sea como imputado”, afirma Bernad mostrando la carpeta. La querella ha sido aceptada, y muestra el nombre del magistrado del Tribunal Supremo que lo ha hecho: Sánchez Melgar.
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